Jhorima Vielma Rangel
Profesora adscrita al Dpto. de Psicología y Orientación,
Facultad de Humanidades y Educación, Universidad de Los Andes. Telefax: 58-274-2621103,
58-274-2401851.
Correo Electrónico: vielmajhori@hotmail.com.
Contenido
-
Paternizar
y maternizar desde la perspectiva de género
-
La socialización
de una nueva masculinidad y el conocimiento de los/as otros/as
-
La
desmitificación del amor, la desmitificación del género
-
La masculinidad y
el amor maduro
-
Referencias Bibliohemerográficas
El presente artículo forma parte de una investigación bibliohemerográfica
realizada sobre las contribuciones de los estudios de género a la psicología
de la personalidad (Vielma, 1999). Se vinculan teóricamente, tres aspectos:
Bienestar psicológico, bienestar social, salud mental y género; dentro de una
concepción humanística y psicodinámica de la salud mental. Se hace una breve
referencia, al trabajo realizado por algunos investigadores latinoamericanos
desde el punto de vista de sus reflexiones, enmarcadas dentro de diversos enfoques
y tendencias teóricas o elaboradas a partir de sus impresiones personales y
autoreferencialidad. Entre ellos se encuentran: Barrios (1999), Cabral y García
(1999), Matheo (1998), Michelena (1998), Thomas (1997), Ravelo (1996), Montesinos
(1995), Velásquez (1995), Lamas (1995), Lander (1994) y Fernández (1994). Se
formulan algunas interrogantes y se presentan como propuestas: Repensar, profundizar,
debatir y desmitificar las representaciones sociales
y visión tradicional, convencionalmente aprendidas e introyectadas sobre el
género.
The present work forms part
of library research on gender studies and psychology of the personality (Vielma,
1999). Within a psychodynamic humanist conception of mental health lie three
related aspects: psychological well being, social well being, and gender adaptation.
Brief reference is made to Latin American works from foci and theoretical tendencies
derived from personal opinions and individual experience. Among the works we
find: Barrios (1999), Cabral y García (1999), Matheo (1998), Michelena (1998),
Thomas (1997), Ravelo (1996), Montesinos (1995), Velásquez (1995), Lamas (1995),
Lander (1994) and Fernández (1994). Questions and answers develop from re-thinking,
from psychological deepening, debate, and the demystification of social roles
and traditional views upheld by convention and projected upon gender consciousness.
Mental health, gender, psychological well being.
De acuerdo con lo propuesto por algunos/as psicólogos/as, el
bienestar psicológico y el bienestar social, en cuanto a las identidades
genéricas, se ha visto obstaculizado por las disociaciones y contradicciones
presentes en el quehacer cotidiano y en la forma en que ha sido, es y continua
siendo socializado el género.
La ausencia de bienestar psicológico está condicionada por
las presiones sociales a que están sometidas consciente o inconscientemente las
personas y a su dificultad para rebasar este tipo de alineación. Se debe así
mismo, al hecho que las personas vivencien el ser femenino o el ser masculino
en medio de la confusión o el sufrimiento, crisis emotivas, desajustes
situacionales y hasta somatizaciones (Barrios, 1999).
De acuerdo a los enfoques humanistas dentro de la
psicología, la salud psicológica o mental de un individuo, está sujeta a un
estado de integración de los distintos componentes de la personalidad, y de
ésta con su medio. Esto significa que existen dos aspectos indisociables: El
avenimiento, armonía o conformidad del sujeto consigo mismo/a y su adaptación
al entorno socio-cultural.
Con base a estos fundamentos, el ser humano posee salud
psicológica cuando:
¿Estamos socializados como
identidades de género para el bienestar psicológico?.
En Latinoamérica los/as autores/as que han reflexionado
sobre el género, han logrado sin proponérselo, develar un fenómeno que al ser
analizado desde diversos enfoques y tendencias teóricas o a partir de sus
impresiones personales o de la autoreferencialidad, termina conduciéndonos a
tratar forzosamente el tema de la salud mental.
Para Thomas (1997), repensar las identidades implica
trabajar con lo reprimido, con el inconsciente y con aquello hasta ahora
asociado a lo prohibido. Con todo lo que nos angustia, preocupa y evitamos
hacer como hombres o como mujeres; con el temor al abandono o supuesta pérdida
de la masculinidad y/o la feminidad. Hay que asociar lo que hasta ahora ha
estado precisamente disociado: la masculinidad con la sensibilidad, la ternura
y la emocionalidad; y la feminidad con la cultura, el placer y el goce.
Montesinos (1995), Michelena (1998) y Ravelo (1996),
coinciden con Thomas(1997), de algún modo, cuando sugieren en sus trabajos, la
necesidad preponderante de desmitificar tanto al sexo como a la identidad de
género; En el sentido de que los afectos de las mujeres ya no sean definidos en
relación a los afectos masculinos y viceversa, tal y como rígidamente se ha
hecho en algunas sociedades y culturas. Específicamente al género de los
afectos. Punto de encuentro y de desencuentros para muchos. ¿Es que acaso
existe un género de los afectos? (Vielma, 1999).
Cuando se habla acerca de la feminidad y de la masculinidad
en Latinoamérica y en otros países del mundo, también hay que referirse a las
concepciones tradicionales de ser femenino o masculino dentro de un amplio
contexto. Lo femenino o la feminidad, suelen estar asociadas a la maternidad, a
las representaciones sociales de la mujer como madre a manera de fatalismo
biológico y confirmación de que verdaderamente se es una mujer. Pero, ¿Qué
sucede cuando ésta no es elegida o no puede materializarse en medio de la
esterilidad?, y ¿Cuando a nivel intrapsíquico la maternidad es consumada sólo
para postergar la soledad o se elige como un modo de anticiparse a las
restricciones que deben asumirse en la vejez?.
La función simbólica de maternizar va mucho más allá de la
maternidad, aún cuando sigue siendo una construcción históricamente idealizada.
Hay que asimilar que ni la maternidad ni la paternidad se corresponden en
sentido absoluto con la feminidad o con la masculinidad.
La educación de hijo(a)s sano(a)s, y padres y madres más
equilibrados, tiene un reto implícito: Revalorizar la vida y el amor;
entendiendo que la maternidad no es el único modelo de amor que existe. Desde
el seno mismo de la familia se debe educar para maternizar y paternizar desde
un profundo compromiso personal, que involucre activamente al hombre. El hombre
debe asimilar que al paternizar y maternizar o comprometerse afectivamente, no
correrá el riesgo de afeminarse, como suele creerse; pues el ser sensible y
amoroso no provocará la disminución de su virilidad o le impedirá paternizar
desde la metáfora de la Ley (Velásquez, 1995).
Según Thomas (1997), el hombre suele paternizar en un
escenario en el cual irremediablemente tendrá que conciliar con el ejercicio de
la Ley simbólica, no precisamente desde la violencia, pero sí desde lo
doméstico, lo afectivo, lo cotidiano y lo privado.
Al respecto, Lamas (1995) y Michelena (1998), sugieren que
para que ocurra la estructuración de un sujeto sano es necesario que las
figuras parentales desde su deseo y subjetividad no se posicionen de manera
narcisística en el Edipo de sus hijos e hijas. Así mismo, plantean que la
construcción de nuevas identidades y nuevos sujetos sociales está determinada
por un nuevo perfil masculino: el del hombre padre y compañero, no el del
hombre patriarca, ahora vengado por las mujeres; o del hombre hijo que la madre
ha poseído en la manifiesta anulación o exclusión de la pareja provocada por
ella misma. Respecto a ello, la mujer debe compartir la maternización.
Sobre este punto Lamas (1995), afirma que para el nacimiento
de nuevos hombres y también de nuevas mujeres se requiere la separación –
disyunción de la díada madre–hijo(a), dado que ésta es de carácter simbólico.
La relación de atrapamiento obstaculiza la autonomía de los hijos.
En este orden de ideas, Matheo (1998), propone que las cosas
podrían cambiar si los hombres y las mujeres se plantearan como una necesidad
interior el hecho de reivindicarse consigo mismo como persona. Según ésta
psicoanalista, el representarse y sentirse más humanamente, ellos, ya no como
machos, dueños de las mujeres y de los/as hijos/as, y ellas, ya no como
víctimas, madres sumisas o mujeres autosuficientes; estarán en capacidad de
actuar de otra forma. Ellos conocerán otra dimensión de las mujeres, ya no
sentirán temor o ambivalencia. Ellas por su parte, podrán salir de su
autoatrapamiento en la maternidad, percibiéndose como hijas y mujeres adultas
menos insatisfechas en su narcisismo, menos orientadas a ejercer el poder
erótico de la seducción en sus aventuras amorosas, y a no ser tan posesivas con
sus futuros amores.
Otros/as autores/as, analizan el problema de la
desmitificación y el desfetichar el género a partir de algunas consideraciones
acerca de las relaciones amorosas propiamente dichas, del ejercicio de la
autoridad y de un nuevo perfil de la masculinidad.
Acerca de las relaciones amorosas, Matheo (1998) y Michelena
(1998), plantean que aunque históricamente las relaciones amorosas han estado
conflictuadas, es posible afianzar la esperanza de cultivar el amor maduro
tanto en los hombres como en las mujeres. Para ello, sugieren trabajar el
conflicto desde el punto de vista psicodinámico.
Desde sus enfoques, el hombre está aún más limitado que la mujer.
Ella deberá aceptar que la maternidad no es una condición exclusiva para dar y
recibir amor. El, tendrá que transcender a la disociación mantenida por su
negativa a renunciar a los vínculos infantiles simbólicos mantenidos
inconscientemente con la madre y a vencer las tendencias, tiránicas o
empobrecidas que perturban su relación amorosa con las mujeres, convirtiendo en
estéril e insoportable la vida en común entre ellos.
Desde ésta óptica, se considera que la relación del hombre y
la mujer adultos está determinada por vivencias infantiles conscientemente
olvidadas, pero, inconscientemente vigentes.
De acuerdo con Matheo (1998), el problema masculino, cuando
de amor maduro se trata, está relacionado con una relación afectuosa
problematizada que provoca ambigüedad. El hombre teme inconscientemente a la
mujer. ¿Pero por qué razón teme precisamente a quién ama?.
Con base a la propuesta de Lander (1994) y Fernández (1994)
en concordancia con Matheo (1998), podríamos decir que en la experiencia
clínica psicoanalítica es frecuente dilucidar la dificultad que muestra el
hombre a nivel simbólico para mantener unidas las corrientes sexual y afectiva
en sus experiencias amorosas. El hombre según esto, vive en medio de una paradoja
al no poder concentrar la sexualidad en aquella mujer a la que ama, ni poder
experimentar un amor profundo con la mujer que despierta su sexualidad. Ello,
ha sido además reforzado socialmente con una equivocada concepción de la
hombría y de la masculinidad.
El hombre bajo los indicios propios del patriarcalismo ha
tenido, pese al costo que ello representa para su salud, la obligación de
demostrar su hombría por medio de la autosuficiencia, y la ocultación de sus
necesidades afectivas y el ejercicio de la violencia contra si mismo ( Barrios,
1999).
En el presente, algunos hombres en función de su bienestar
psicológico, ya han dejado de lado las actitudes defensivas, tomando la
iniciativa de cuestionar también sus roles tradicionales.
Aún pareciera estar fuertemente arraigado en el
inconsciente, el “fantasma del varón blando” (Thomas, 1997). Afortunadamente,
las nuevas concepciones que se están gestando sobre la masculinidad pretenden
vencer a ese fantasma, que durante muchos años fue nutrido, incluso por las
reiteradas demandas inconscientes de las mismas mujeres.
Los estudios psicológicos, sociológicos y antropológicos, han
demostrado la naturaleza más derivada que arbitraria de los códigos simbólicos
sobre la virilidad y sobre la masculinidad. Si la masculinidad es un guión simbólico,
entonces el ser el macho, el valiente y hábil para desafiar a las normas, ser
un hombre de verdad o auténtico hombre o ser muy potente sexualmente; ya no
serán los elementos definitorios más convincentes para referirse a ella (Montesinos,
1998).
Al focalizar nuestra atención sobre el género como categoría
de análisis, como construcción sociocultural y socio-simbólica, producto de la
mediación entre lo histórico, económico – político y lo subjetivo individual en
constante pero lenta transformación, suscrito a la identidad y a la
personalidad; y a todo el proceso de individuación y estructuración psíquica, a
lo social biologizado, ligado a lo inconsciente y a lo ya vivido, se propone lo
siguiente:
1.
Tratar de repensar
las identidades de género, tal y como es sugerido por Thomas (1997), fuera de
los estereotipos y esquemas de género tradicionalmente concebidos como lo sano,
lo propio o lo normal, el deber ser, actuar y funcionar como si se fuese
masculino o femenino, y por Vielma (1999), dentro de un contexto cultural
específico.
2.
Reflexionar a
nivel de los estudios de género en Latinoamérica, sobre la construcción de
nuevos modelos de feminidad o masculinidad, clasificados binariamente por la
cultura, pero subsumidos uno dentro de otro dialécticamente como identidad,
como subjetividad y realidad psíquica.
3.
Revisar,
profundizar y renovar el discurso en todas sus expresiones. Establecer nuevas
metáforas, asociaciones e imágenes, como lo plantean Cabral y García (1999),
enfrentando la resistencia al cambio cultural (Montesinos,1998), y la
resistencia a las transformaciones que cotidianamente se abren paso en la vida
cotidiana (Vielma,1999); a la negación de la historia y a la renovación de las
representaciones sociales sobre la identidad de género (Banchs,1999).
4.
Debatir sobre
la noción de “complementariedad” como mapa mental representativo del mundo, de
la existencia, de los cuerpos y de todo cuanto forma parte tanto de nuestra
realidad objetiva como subjetiva. La conmovisión sobre el género ha de ser
holística, no basada en clasificaciones binarias o dicotómicas siempre en
destaque de las diferencias sociales y sexuales finalmente humanas. Es cierto
que somos diferentes y también únicos, pero socialmente estas concepciones nos
han marcado, encasillado, reprimido y confundido. La integración sería una vía
sana para reconocer y armonizar las diferencias no para disociarlas
psíquicamente. La integración simbólica de los opuestos, lo masculino y lo
femenino, vistos como unicidad, en coexistencia, nos haría sentir como menos
alienante “el ser”, ya no tan aferrado al uso de la máscara social que nos
ubica en un lugar y no excluye de otro. La integración a nivel psíquico se
traduciría en bienestar, y a nivel socio-jurídico-político-económico y
religioso en equitatividad.
5.
Deconstruir la
visión tradicional que se tiene sobre las relaciones de género, sobre las
representaciones sociales que están desentramando los convencionalismos. Los
estereotipos y los roles ya no definen de manera esencial la identidad personal
o la identidad de género. Tanto lo masculino como lo femenino, desde el punto
de vista de lo prescrito, adscrito y prohibido no tiene asidero en la
confirmación del principio patriarcal poder- sumisión, posesión de riqueza,
demostración de virilidad, autorrealización de la maternidad, fecundidad; o en
formas normatizadas de sentir, pensar, actuar y desear. Las relaciones de
género deben surgir de los propósitos de los individuos, de su necesidad de
solidaridad y de encuentro, no de competencias y temores a enfrentar las
mistificadas pérdidas en el amor o en la convivencia. Nos conduciría a ser
menos prejuiciosos en el ejercicio docente y a vivir menos conflictuados en la
vida cotidiana.
6.
Intervenir
para desmitificar al género como sinónimo de sexo y a la identidad genérica
como sinónimo de identidad psicosexual. Esto puede canalizarse a través de la
intervención socio-clínica y psicoeducativa por medio de los estilos de crianza
y los estilos educativos. El propósito sería significar las identidades
genéricas en el contexto latinoamericano y promover el surgimiento de
relaciones más sanas, como fuentes generadoras de salud mental o bienestar
psíquico.
Se piensa que la confusión, y la contradicción han
inspirado un rebasamiento de los modelos patriarcales o machistas a favor de
las mujeres. Sin embargo, desde un punto de vista crítico lo ideal sería que
incitaran al ejercicio de roles más fundamentados en el respeto, la
valorización del cuerpo, de los deseos, los sentimientos y actitudes más
solidarias para las mujeres y para los hombres, y para el bienestar psicológico
y la salud mental de ambos.
·
BANCHS, MARÍA
AUXILIADORA. (1999) Representaciones Sociales, Memoria Social e Identidad de
Género. Ponencia presentada en el XXVII Congreso Interamericano de Psicología.
Caracas, Venezuela.
·
BARRIOS,
LEONCIO. (1999). Citado por Montes, A ( 1999). ¡Que Difícil es Ser Hombre!.
Diario “El Nacional”. Caracas, Venezuela, 25 de Junio.
·
CABRAL, BLANCA
E. y GARCÍA, CARMEN TERESA. (2000) Masculino/femenino... y Yo?. Identidad
Identidades de Género. AVEPSO. Fascículo Nº 10 Mérida.
·
FERNÁNDEZ, I.
(1994) Las Máscaras de la Masculinidad. Masculinidad y Feminidad. T(r)opicos.
Año IV, V.1, 2.
·
LAMAS, MARTA.
(1995) Usos, Dificultades y Posibilidades de la Categoría Género. La Ventana.
Estudios de Género. N 1.
·
LANDER, R.
(1994) Feminidad y Lógica del Falo. T(r)opicos. Año 4. Vol. 1- 2.
·
MATHEO, E.
(1998) El Amor Maduro: Cuando un Hombre ama a una Mujer. Ciclo de Conferencias
“Frente al Hombre”. Venezuela, ASOVEP.
·
MICHELENA, G.
(1998) Lo que del Hombre hace Mujer. Ciclo : “Frente al Hombre”. Caracas,
Venezuela, ASOVEP..
·
MONTESINOS, R.
(1998) Cambio Cultural y Crisis en la Identidad Masculina. El Cotidiano.
·
RAVELO, P.
(1996) En Busca de Nuevos Paradigmas: Algunas Reflexiones en Torno a la
Categoría de Género. En: Acta Sociológica. Encuentros y Desencuentros. La
Perspectiva Social de Género. UNAM. México.
·
THOMAS,
FLORENCE. (1997) Conversación con un Hombre Ausente. Ensayo. Bogotá, Arango
Editores.
·
VELÁSQUEZ, J.
(1995) Deseo, Ley e Identidad: una Mirada Psicoanalítica sobre las Diferencias
de Género. En Arango, L. y otros (1995). Género e Identidad. Ensayo sobre lo
Femenino y lo Masculino. Colombia, Tercer Mundo Editores. Uniandes.
·
VIELMA,
JHORIMA. (1999) Las Relaciones de Género: Tema Controversial en la Enseñanza de
la Psicología en Latinoamérica. Ponencia presentada en el II Encuentro de
Educadores Universitarios: Profundización en la Latinoamericanidad. Caracas, UCV.
·
_______ (1999)
Aproximación al Estudio sobre las Representaciones Sociales de Género. Una
exploración con estudiantes Universitarios. Ponencia presentada en el 27
Congreso Interamericano de Psicología. Venezuela.
Revista Otras Miradas
Facultad
de Humanidades y Educación Universidad
de Los Andes Mérida-Venezuela |