Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   EL HOMBRE COMO SER-ECOSOCIAL Ludwig Schmidt H1  Introducción El ser-eco-social tiene como propósito definir una de las dimensiones humanas clave del hombre y la mujer. Ésta le permite relacionarse con otros congéneres y seres vivos, además de su medio ambiente. Luego, a continuación se conceptualizará al “ser humano” desde las tres dimensiones fundamentales que lo definen como un “ser-ecosocial” enmarcado desde un modelo holístico y las consecuentes responsabilidades y compromisos del hombre con el mundo en que está inmerso. Recordemos que desde la antropología filosófica se pregunta por el hombre en toda su integralidad y la comprensión ecosocial es una reflexión compleja, no sólo por la diversidad cultural, lo multiétnico y la pluralidad de opiniones, sino también por la variabilidad según el momento y lugar que se estudie. Martin Buber (1878-1965), cuando habla del ser humano, plantea: Este hombre que, cualquiera sea su cultura, etnia, edad a que pertenezca, sabe lo que, fuera de él, nadie más en la tierra sabe: que transita por el estrecho sendero que lleva del nacimiento a la muerte; prueba lo que nadie que no sea él puede probar: la lucha con el destino, la rebelión y la reconciliación y, en ocasiones, cuando se junta por elección con otro ser humano, llega hasta a experimentar en su propia sangre lo que pasa por los adentros del otro (1992: 19). Desde los antiguos griegos, se estableció el valor de la razón como la característica definitoria que distingue al hombre de los demás seres vivientes sensibles. La expresión que utiliza Aristóteles (zôon logon exon) aunque posea cierta vaguedad, permite traducirse también como «animal racional dotado de lenguaje», o «animal que da razón de las cosas»; la referencia al lenguaje hace suponer lo que ya el mismo Aristóteles expresó: la                                                              1 Diácono, Profesor Titular de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Ingeniero electrónico (USB, 1975), Especialista en Ingeniería Biomédica y Hospitalaria (UTC, 1978) Salud pública (ENSP, 1978), Doctorado de Ingeniería (UTC, 1981), Especialidad en Teología (UCAB, 1994), Magister en Teología (UCAB, 1996), Estudios Avanzados en Derechos Humanos (UCAB, 2006), Diploma de Estudios Avanzados en Bioética (UCCh, 2006), Licenciatura en Educación (UCAB, 2007) y Certificado en Investigación con seres humanos (UNESCO, 2008). Miembro de las directivas de diferentes organizaciones y publicaciones de Bioética nacionales e internacionales. 18    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   racionalidad humana tiene relación con la naturaleza comunitaria del hombre, por lo que es también un «animal social» o «animal político» (zôon politikón) (Política 1253a3)2. Más aún, el ser humano es un ser que trasciende en lo social y en su ecosistema (o biotopo3), ser que se realiza en su relación, participación y convivencia, en la búsqueda de la felicidad, el placer, la justicia y su autorrealización, siempre y cuando alcance su bien-ser, su bien-estar y su bien-hacer, respectivamente. Los hombres en su co-existencia, tienen como fundamento la dignidad y sus principios subsecuentes: la libertad, el bien común y la solidaridad. El término zôon politikón permite comprender el qué, el porqué y el para qué del hombre en su actuar ecosocial. El ser humano tiene una responsabilidad con la vida y su por-venir, pero también tiene un compromiso de justicia y protección. El zôon politikón plantea una dialéctica existencial en una bipolaridad del ser persona en lo individual y en lo comunitario, y trasciende al bioς politikón4 per se, a través del desarrollo de las dimensiones sociales de: convivencia armoniosa (koinonía), servicio (diakonía), justicia social (diké) y el diálogo constructivo (martiria) politiké (Schmidt, 2007). Acotación que se hace, en relación con el término «bio-polis» y que en sentido amplio, puede plantearse dicotómicamente como: La polis-de o a la polis-para la vida ecosocial donde las personas que participan y conviven (pobladores), en un espacio determinado (territorio o espacio geopolítico) forman parte de una nación o Estado. Éste garantiza mediante el estado de derecho en un sistema de gobierno democrático, se garantizaría el mayor bien-ser, bien-estar, bien-tener y bien-hacer, a cada ciudadano (sujeto de derechos y deberes políticos) y                                                              2En el pensamiento biológico de Aristóteles, como la tendencia a asociarse con otros seres humanos es ingénita al hombre. 3Se le llama biotopo a un área de condiciones ambientales uniformes que provee espacio vital a un conjunto de flora y fauna. Así mismo, el biotopo es casi sinónimo del término hábitat con la diferencia de que hábitat se refiere a las especies o poblaciones mientras que biotopo se refiere a las comunidades biológicas.   4Para Aristóteles que la forma más elevada de vida (bios) es la theoria (EN I 3 y 6, X 6-9), mientras que el bioς politikón presenta una forma de vida inferior, nunca preferible a la primera; sin embargo, rechaza la idea de una vida teórica aislada, sin actividad política alguna (Pol., VII 2, 1324 a 25 s). Aristóteles cree que a la vida teórica se puede incorporar la vida política, no naturalmente tal como la encarnan los políticos al uso. Esa vida política apropiada para hombre teórico es una vida ética, plena de virtudes —no se olvide que las virtudes en Aristóteles no son sólo éticas, sino eminentemente sociales o políticas—, pero también una vida política en ejercicio. Ahora bien, este ejercicio del que habla Aristóteles no es sino la actividad intelectual de reflexionar sobre la política: la teoría política (Pol. 1325 b 14 s.). 19    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   toda su población, a su obra y, a la naturaleza circunscrita en dicho espacio (Schmidt, 2007c:406). Dicho de otra manera, del término polis que se deriva de la concepción social o «política» (politiké, politeia), o arte de gobernar la polis, y la comunidad de sus ciudadanos (politai). Ambas acepciones, relativas al tipo de gobierno constitucional ideal o a la comunidad política (koinonía politiké) propuesta por Aristóteles. El hecho de que se emplee el término koinonía, es para destacar al lugar preferencial de encuentro, de convivencia y crecimiento espiritual, en que hombres y mujeres, como seres-en-situación y, según sus carismas particulares, ejercen una serie de acciones en la comunidad y su entorno, en el ejercicio de su ser-activamente-en-el-mundo, con miras a construir una mejor sociedad. A su vez, mediando con la razón y la emoción, conforman un cuerpo social, una existencia social que les permite coexistir. Más aún, si a este vivir se le adiciona la diakonía politiké, entonces, a través del servicio al otro en su bien-hacer, se logra una mejor común-unidad y viceversa. Si los seres humanos se relacionan, participan y conviven con sus mismos congéneres y con su ambiente, podrán construir juntos sus diversos mundos compartidos, su lenguaje, su cultura de vida y la construcción de un porvenir social. Acción que tiene que ser realizada simultáneamente con el diálogo participativo y la búsqueda de la justicia y la armonía social, al compartir el bien-común, los objetivos y las normas (morales y jurídicas) que se estableciesen, en común-unidad. En la sociedad, el orden o equilibrio social, no es algo que pueda darse por supuesto, es obra de una acción conjunta de hombres y mujeres, que buscan conjuntamente establecer acciones que no sólo garanticen la supervivencia, sino una convivencia armónica y la protección de un futuro viable para las generaciones futuras. El modelo holístico del ser humano Comúnmente, cuando se habla de hombre y mujer, de ser humano o de persona, se emplean como términos semejantes. En esta oportunidad, quisiera diferenciar la voz “ser humano”, por considerar clave de lo-que-es o debería-ser el homo sapiens sapiens, con miras a construir un mundo mejor, un mundo basado en la armonía social, la justicia y la paz, por ende, en el amor. Generalmente, uno se pregunta ¿qué es lo humano del ser5? ¿Por qué se                                                              5 La dificultad comienza desde la definición de cada uno de dichos términos. El infinitivo sustantivado de «es» es «ser». El «ser» en este trabajo es asumido en parte, a partir de la concepción heideggeriana o zubiriana, ya que se utilizará el infinitivo «ser» de la misma manera que el participio «ente». No se puede definir explícitamente el significado de la expresión finita «es», así tampoco podemos hacerlo con el significado del infinitivo sustantivado «ser». Sin comenzar un desarrollo filosófico, dejemos en claro que la expresión «es» significa una relación de inclusión de elementos (p.ej.: «A es una letra»), una inclusión de clases (p.ej.: «A es una letra 20    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   adjetivó o calificó el ser como humano? ¿Cómo es que se le define como «ser-humano»? ¿Es el ser humano un medio o un fin en sí mismo? Sin embargo, ese ser, no es un extraño y lo que cada uno de nosotros es, se debe al cuidado (Schmidt, 2008b) que mutuamente recibieron de sus padres, familiares, amigos y demás personas que le han procurado alguna prestación de servicio (p.ej: salud, educación, transporte), independientemente de la natural competencia, por ser la reciprocidad parte de la esencia de la persona, como ser en una sociedad. Por lo tanto, la calificación de “humano” no es casual y se basa en la naturaleza racional y emocional de cada hombre y mujer, que si bien puede parecer como algo insignificante, es, a su vez, algo excelso, como expresase Blaise Pascal en su obra póstuma Pensamientos (1670): «El hombre no es más que una caña, la más frágil de la naturaleza, pero es una caña pensante. No hace falta que el universo entero se arme para destruirla; un vapor, una gota de agua es suficiente para matarla. Pero, aun cuando el universo le aplastase, el hombre sería todavía más noble que lo que le mata, puesto que él sabe que muere y la ventaja que el universo tiene sobre él. El universo no sabe nada. Toda nuestra dignidad consiste, pues, en el pensamiento. Es ahí donde debemos elevarnos y no en el espacio o la duración, que no podemos llenar». Esa “caña pensante”, por poseer “espíritu” se expresa a través de la razón y de sus emociones, con los actos propios de su vocación personal (Mounier, Murillo). El ser humano es un ser que adquiere conciencia de lo-que-es en función del otro, y en la medida que se relaciona, participa y convive es capaz de transformar su entorno. El ser humano busca permanentemente soluciones a sus problemas personales. Éstos, generalmente están vinculados con situaciones de su entorno y las auspiciadas por el desarrollo social y el avasallante progreso tecnológico. Su respuesta dependerá casi en su totalidad de la asociación que se tenga de qué es el ser-humano y de cómo se relacione con su entorno. De allí, que el interés está en reflexionar sobre la noción de la persona planteándose dos preguntas, una de carácter ontológico y otra de carácter axiológico: ¿para qué es el ser humano? De aquí surge una alerta, ¿la insensibilización del ser humano conlleva a la cosificación de los otros congéneres? ¿Por qué? Además, ¿la pérdida de nuestra capacidad de asombro nos hace más indiferentes ante la realidad que nos circunda? Insensibilidad e indiferencia, dos aspectos que requieren de una amplia reflexión, algunas de ellas aún irresolutas, otras que se plantean pero no se practican, otras causadas por una comprensión amplia de la libertad. Bertrand Russell, en sus planteamientos morales hacía alusión a que la humanidad tiene una moral doble: una, que predica y no practica, y otra, que practica pero no predica, tal y como se observa en la cotidianidad. En parte, porque                                                                                                                                                                                       mayúscula y del alfabeto»), pero la que nos interesa en nuestro estudio es la existencial, la esencia que nos lleva a una doctrina del ente o de la ontología. 21    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   desde su fuero interno comprende que algo debería cambiar y otra desde la presión externa que lo lleva a silenciar su conciencia por una mal comprendida subsistencia. El ser humano puede ser visto desde diversas maneras. Para ello, se propone una de perspectiva holística y que define al hombre como un ser-biológico (lo físico-corpóreo), un ser-psicológico (lo psíquico) y un ser-ecosocial (lo social, cultural e histórico). Cada uno de estos seres, tiene sus dimensiones particulares. La naturaleza humana es compleja, por lo que se debe tomar conciencia de la “identidad, integridad e individualidad” de cada ser humano y de todos los congéneres entre sí. Esto lleva a una unidad bio-psico-ecosocial y una diversidad de todo lo que es humano y su entorno (ambiente). A manera de integración de las dimensiones humanas antes desarrolladas: El ser-biológico La estructura y sistemas biológicos en el ser humano, conforman su corpus o corporalidad, que determinada por su íntima relación con la unidad psico-ecosocial, define su corporeidad. Ésta última desempeña un papel importante tanto en el mundo físico como en el moral: En primer lugar, por definir un medio de relación particular con el contexto que rodea a la persona y en la relación con los otros seres vivos; y en segundo lugar, en el estudio de muchos contenidos concretos de la moral, donde es necesario tener en cuenta el punto de vista biológico (p.ej: los relacionados con el inicio de la vida, la salud y la enfermedad, la justicia sanitaria, la sexualidad, la reproducción humana, agresiones, el dolor y la muerte humana). Lo corpóreo en el ser humano se representa en la individualidad, intimidad e integralidad, exteriorizada por el ser-biológico6 (como ser-estructural, por su parte anatómico- fisiológica; como un ser intercomunicado y controlado, por su parte neuro-endocrina- inmunológica; y como un ser con capacidad de procreación7, por su sexualidad y necesidad de supervivencia. Por ello, lo corpóreo trasciende la simple dimensión corporal, la primera experiencia que se tiene del propio ser, lo cual es en sí, parte constituyente del ser, y su mediación con el mundo. Por esto, hay quienes consideran lo corpóreo a la vez como sujeto, es decir, un ser vivo que nace, se nutre, crece y se reproduce, cuya organicidad no es movida por algo externo a ella, sino por sí misma, mediante un “alma” o “principio vital”8 y que a su vez, lo identifica y lo integra con su propio yo (identidad e intimidad).                                                              6 El ser humano es un ser biológico. En cuanto tal, está constituido y formado por sistemas de sostenimiento y coordinación. Dispone de un sistema digestivo, respiratorio, circulatorio, excretor, reproductor, nervioso, endocrino, muscular y óseo. 7 Se habla de procreación, en vez de reproducción humana, para darle una connotación humana. 8 Concepciones empleadas en la Antigua Grecia y los biólogos del siglo XVII. 22    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   El ser-psicológico Lo psíquico en el hombre se representa en su psykhé (su parte cognoscitiva, afectiva y conativa o psicomotora fina). El “alma” o “principio vital”, es una dimensión primordialmente espiritual. La psykhé se relaciona con lo biológico en la corporeidad. Pero, se enfatizará no en el corpus, sino en lo espiritual del ser. Esta mediación entre lo corporal y lo espiritual se manifiesta mediante una doble operación: lo sensitivo y lo intelectivo (conocimiento y apetencias). La sensación y percepción, aparecen como procesos de apropiación intencional del sujeto, tanto por los sentidos externos como los internos (memorización, imaginación, sentido común e intuiciones). Otra de las características diferenciadoras de los hombres y mujeres, es la subjetivación de la razón por las emociones humanas, y sus efectos sobre las actitudes, valores, creencias y conocimientos del actuar del sujeto. Aspectos ya considerados en otros cuadernos. Lo clave es recordar que la afectividad aparece como «motivación» (pulsión, impulso y motivo) y como «apetición» (instintos y hábitos) del ser ante una necesidad o una expectativa. La afectividad será la responsable de que los seres sean capaces de vivir con una esperanza y en amor. Daniel Goleman, en su libro La inteligencia emocional (1996), establece dos aspectos centrales: a) Conocer las propias emociones para poder relacionarse positivamente consigo mismo y con los otros, y como primer paso para canalizar las emociones y posteriormente en sus aspectos sociales (2006) y ecológico (2009). b) Aprender a manejar las emociones; lograr motivarse a sí mismo; reconocer las emociones de los demás, porque este es un paso previo para conocer las propias emociones y permite situarse en la perspectiva del otro, sentir lo que siente el otro; abrirse hacia actitudes pro-sociales y, con ello, evitar actitudes de discriminación, racismo, violencia e intolerancia. El ser eco-social En primer lugar, generalmente se separa la dimensión ecológica de la dimensión social del ser, es más, la primera tiende generalmente a omitirse. Sin embargo, el modelo holístico del ser humano expuesto, la integra como dimensión que permite la búsqueda de la verdad y la construcción de su mundo9 y de su trascendencia personal y social, mediante diversas manifestaciones y competencias de relación, participación y común-unión con sus otros congéneres, los otros seres vivientes y su medio ambiente físico. El ser-biológico y el ser- psicológico, en primera instancia, representan la inmanencia del ser que se desarrolla en su mundo, dentro de un contexto representado por (lo social) sus demás congéneres y (eco)                                                              9 Un mundo al que busca emplear y que consta de un contexto (espacio y tiempo, ambiente y biota). 23    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   con los demás seres vivos en el biotopo. Si bien, la dimensión espiritual comprende el conocimiento intelectual y el apetito volitivo expresado a través de su corporeidad. El conocimiento intelectual se explica como el entender mediante conceptos, juzgar, raciocinar, dialogar y reflexionar sobre sí mismo y su adecuación al mundo, lo que llamamos «inteligencia». El apetito volitivo se explica por su naturaleza, voluntariedad, objeto o «valor» y libertad. De allí, su capacidad de autodeterminación por la que el hombre y la mujer pasan de ser un mero ser-animado a un ser más integral, su ser-holístico y la búsqueda de la trascendencia. Por lo tanto, si el ser humano es una unidad bio-psico- ecosocial, no puede ser disociado de alguna de ellas sin perder su intimidad, su integridad y su individualidad. La complejidad del ser requiere de sus competencias de relación, de comunicación y de interdependencia, para poder convertirse en un ser humano. El ser ecosocial se manifiesta en la relación, la participación y la convivencia. El ser ecosocial trasciende en una relación respetuosa e igualitaria, en una participación constructiva y tolerante, en una convivencia armónica y justa. El ser desarrolla su complementariedad de las diferencias individuales en una comunidad-cuerpo de individualidades, donde cada uno sin perder su personalidad participa, interactúa en reciprocidad, hay diálogo y no reducción a la unidad, a la masa. Así en la comunidad, cada uno de los seres en su diferencia da igualdad en el respeto y en el acceso dialógico con todos. Los conflictos no se superan en la soledad, sino en la aceptación de las constantes provocaciones por las que interfieren las diferencias. Luego, si el ser es un ser bio-psico-ecosocial, éste no puede disociarse de alguna de ellas sin perder su intimidad, su integridad y su individualidad. Todas ellas definen las relaciones funcionales o presencias del ser humano como un ser-en-el-mundo (mundaneidad, un ser situado, corporal, espíritu encarnado y sexuado); ser-con-otros (intersubjetividad, ni individualismo ni colectivismo, sino síntesis en un personalismo comunitario y hacia una transubjetividad); y ser-en-sí-mismo (intrasubjetividad, personalidad, interioridad como núcleo, madurez psicológica). Por lo que se concluye que la visión holística del ser humano busca la comprensión ontológica del ser, de su cuerpo y su espíritu, de su unidad, de su autopertenencia y de su alteridad. Así mismo, de su comprensión ética de que los seres poseen una vida personal, una dignidad intrínseca, un fin en-sí, por lo tanto, no pueden ser un objeto o una cosa. De allí, los derechos universales del hombre (11/12/1948), como fuese ratificado por todos los países miembro de las Naciones Unidas. Desde lo ecosocial, el ser construye su destino a través de la interdependencia, la interacción y la comunicación entre sus congéneres y el ambiente, en un continuo perfeccionamiento de la vida política en la sociedad en que participa. Los derechos y deberes surgen de esa dedicación, exigencia de la dignidad del ser y de sus derechos 24    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   fundamentales. Edgar Morin opina que la conformación de la unidad no puede separarse del orden y desorden en el universo (Morin, 1977; 1990), de la diversidad y de la variabilidad, de la unitas multiplex (Angyal, 1941; Morin, 1977). El ser se conforma en la integridad y en las parcialidades. Por lo expresado, la antropología sólo podrá edificarse en el seno de un paradigma de la complejidad: las diversas disciplinas se entreveran en torno a la vida y al ser humano para llegar a ser un todo y una diversidad. El ser humano está en un permanente construir y deconstruir, en un querer ser una unidad diferenciada en una globalidad, y al mismo tiempo integrándose en la globalidad. Lo anterior puede ser representado en el modelo holístico (ver figura nº 1), donde el ser humano está integralmente formado desde lo biológico, lo psicológico y lo ecosocial. El ser está en un permanente “siendo”, construyendo un porvenir y dejando un transcurrir, una biografía, a través de su ser-activamente-en-el mundo (a través de sus huellas en la cultura, el trabajo y el ocio (visto como oportunidad de crecimiento y desarrollo personal). Por lo anteriormente visto, el ser humano es protagonista de su vida o biografía que trae consigo una historia biológica y social de sus progenitores y es capaz de construir su por-venir o futuro, a través del ser-activamente-en-el mundo, expresión de Husserl, para dar a entender qué es el ser humano, la que escapa de la subjetividad del «yo pienso» mediante el conocimiento de los «otros yo» que son parte esencial de la intencionalidad; nada puede considerarse objetivo si no forma parte por igual de la conciencia intencional de otros. El ser en relación Es un modo de ser del hombre y el más estudiado antropológica y socialmente. El hombre requiere de un conjunto de competencias para la vida en un contexto determinado y la construcción de su realidad. El “ser-en-relación”, corresponde a la relación existencial del ser humano en su mundo, que en esta expresión representa su horizonte, su existencia10.El ser en relación es, sin lugar a duda, un espejo en el cual somos capaces de descubrir lo que somos nosotros mismos. Sin relación y convivencia, simplemente no es posible existir. Vivir es estar relacionado y estar relacionado es existir. La convivencia es un medio de autodescubrimiento y de auto-crecimiento, al descubrir que lo que somos es fruto de un sinnúmero de variables y oportunidades que se dan en el seno de una comunidad (oikos).                                                              10Existir es existir-con; en ningún caso la existencia se erige en tal si el propio acto por el que ésta toma conciencia de sí no va acompañado de un acto de afirmación en el mundo, el hombre es ser- en-el-mundo (Heidegger) y de un saberse acompañada de otras existencias, la auténtica categoría de existencia sólo se logra en la comunicación (Jaspers). 25    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt     Figura nº‐1: El modelo holístico del ser humano (Schmidt, 2008:  31)  Se puede partir de que si al nacer no hubiese habido alguien que nos cuidase, tal vez no existiríamos. Un cuidado que implicó alimento, calor, vestido, atención en las afecciones o enfermedades y por supuesto, educación. La vida como ser-en-relación enseña a cómo ser autónomo, a convivir y compartir. Obligación que tendrá que ser restituida hacia otros seres que requieren “recuperar su dignidad” y relacionarse adecuadamente en su comunidad. El hombre se ubica en un momento de tiempo y va al encuentro del mundo, razón por qué el ser-en-el-mundo determina un conjunto de posibilidades que le permite anticipar-se, proyectar-se y configurar-se en el mundo. Por ende, caracterizar su propia la realidad humana y opción de vida. No sólo de manera individual, sino en el compartir con el otro en un mundo. El ser-en-el-mundo determina de igual manera, la mundaneidad del ser, como un ser-situado (en un tiempo y lugar), desde lo corporal y su espíritu encarnado. El ser en sí mismo está determinado por su personeidad y su personalidad, su interioridad y madurez psicológica. El ser en participación El hombre (como individualidad, intimidad e integridad personal) tomar parte en su comunidad (sociedad) y se constituye en un miembro de la polis. A través de los procesos de socialización y durante su desarrollo como persona, se involucra en diversas comunidades de vida o colectividades con personalidad propia. Desde el punto de vista jurídico, se constituyen en ciudadanos que hagan política de la vida y para la vida, seres en relación y encuentro, como plantea Gabriel Marcel y lo intuyese Martín Buber. Un ser que 26    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   se realiza en el espacio de posibilidades que el mundo le ofrece, sus expectativas, capacidades y competencias disponibles. El ser en comunión Desde la filosofía, El ser en comunión consiste en que constituye su ser con los otros. Haciendo explícita la comprensión preontológica que el yo tiene de sí mismo, éste percibe al ser-con-otro como una característica esencial de su ser. El yo descubre la relación hacia otro como si constituyese su ser propio. En consecuencia, el problema del otro es un falso problema, el prójimo no es una existencia ante la cual el sujeto se encuentra en el mundo, sino que es el término que contribuye a la constitución del ser del sujeto. El ser-con no designa la relación recíproca que resulta de la aparición en el mundo de una realidad humana distinta del yo. Expresa un tipo de solidaridad ontológica para la exploración de ese mundo. El ser-con-otros determina aspectos como la intersubjetividad y no el individualismo ni colectivismo sino la síntesis en personalismo comunitario; y como la visión holística del ser humano que busca la comprensión ontológica del ser, de su cuerpo y su espíritu, de su unidad de su autopertenencia y de su alteridad. El sentido de la comunidad. El ser humano es un ser-en-relación y su vida, generalmente se desarrolla en coexistencia con otros congéneres (sociósfera), otros seres vivos (biosfera) y el entorno natural (ecósfera). Los seres vivos se desarrollan en comunidades, lo que les permite su supervivencia. Al hablar de común-unidad, se hace referencia a la relación del otro-conmigo y con los demás. Es el ser-yo con-el-otro, de las interrelaciones que se crean, de las comunicaciones que se establecen y de las dependencias que se acuerdan. En consonancia con Martin Buber (1942), quien al concluir su libro ¿Qué es el hombre? expresa: «El ser en cuya dialógica, en cuyo “estar-dos-en-recíproca-presencia” se realiza y se reconoce cada vez el encuentro del “uno” con el “otro”» (1942/1997:150s). Aunque expando su relación “yo-tú” a “yo-tú-él” incluyendo a aquéllos que no incluimos por verlos más distantes, no compartir directamente con ellos y que sin embargo, constituyen una unidad social (en lo positivo y negativo). A nivel social corresponde al “yo-nosotros-ellos”, “yo-comunidad-sociedad”. 27    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   El ser humano al desarrollarse en comunidad, le permite reconocer su naturaleza, en un movimiento recíproco hacia el otro. Buber establece una teoría general del diálogo, para este encuentro, fundada sobre la presencia recíproca y la donación íntima de sí y del otro, como una necesidad ética de establecer un diálogo verdadero y fraterno. El desarrollo de su dimensión comunitaria, se lleva a cabo a través de la participación y el testimonio, de fraternidad y servicio, de la solidaridad fraterna y de justicia social. Figura  nº  11‐2:    Las  relaciones  humanas,  según  Martin Buber (Schmidt, 2007:  144)      El compromiso social. El ser humano tiene un compromiso social, como condición sine qua non, ya que su trascendencia depende de cómo él se identifique, relacione, participe y conviva en su comunidad y sociedad, en general. Obviamente, desde un marco de los derechos humanos fundamentales, en la búsqueda de una justicia social que se produce ante las diferencias sociales que se establecen por actitudes de ambición de poder sobre los otros, ideologías y creencias alienantes y reductoras de la dignidad y la libertad humana. El compromiso social parte de una conducta orientada a hacer del otro un corresponsable del futuro personal y social, en la capacidad de emplear adecuadamente los bienes materiales (necesidades básicas de supervivencia) y espirituales (necesidades psicológicas, morales y sociales de crecimiento personal). El compromiso parte de una sensibilización y concienciación del desarrollo social sostenible, que se basa en que siendo todos los hombres de la misma naturaleza y dignidad, libres y con igualdad de derechos y oportunidades, se debería tener acceso a todas las formas de intervención en las actividades de la sociedad, para hacer factible que cada persona sea protagonista real en la historia de la humanidad, en la medida de sus posibilidades concretas y de su vocación personal. La reciprocidad de los unos para con los oros, enriquece la vida social, porque abre espacios de posibilidad de hacer realidad su legítimo afán de ser instrumento de su propio perfeccionamiento; y de ser sujeto dinámico del bien común, del desarrollo social, con 28    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   miras al desarrollo de un paradigma de la abundancia, donde todos pueden alcanzar su bien-ser, su bien-estar y su bien-hacer. El compromiso social se lleva a cabo a través de actividades de acompañamiento, voluntariado y servicio social en diversos ámbitos de la vida social que permitan que todos los seres humanos tengan acceso a la educación, a la salud, a la capacitación para el trabajo, al enriquecimiento en la cultura y el arte y en la formación para el ejercicio responsable de la libertad. Por supuesto, la posibilidad de acceder a la salud, la justicia, el trabajo, la vivienda, el transporte y los servicios básicos (agua, electricidad, gas, cloacas, basura, teléfono e internet). Así mismo, como todo ciudadano, como miembro de una sociedad política, debe tener un derecho efectivo a intervenir en todas las decisiones importantes de la vida pública. El hombre y el ecosistema Desde una visión bioética, la relación del hombre con su ecosistema en un sentido metafórico debería ser como la de un “manglar”11: Más específicamente, de la variedad llamada Rhizophora mangle o “mangle rojo”12. Él hombre forma parte del ecosistema y donde él participa debiera recordar que el ser                                                              11 El manglar es un tipo de ecosistema considerado a menudo un tipo de bioma, formado por árboles muy tolerantes a la sal que ocupan la zona intermareal de las costas de latitudes tropicales de la Tierra. Así, entre las áreas con manglares se incluyen estuarios y zonas costeras. Tienen una grandísima diversidad biológica por su alta productividad, encontrándose tanto gran número de especies de aves como de peces, etc. Su nombre deriva de los árboles que los forman, los mangles, el vocablo mangle de donde se deriva mangrove (en alemán, francés e inglés) es originalmente guaraní y significa árbol retorcido. Normalmente se dan como barrera natural entre las costas y ecosistemas de interior. El resultado es que propician la conservación de ecosistemas interiores más delicados, por su alta tolerancia a la agresividad del mar (salinidad, mareas, etc.). Las raíces del mangle estabilizan la arena y el lodo. En áreas donde los manglares han sido eliminados por motivos de desarrollo, la costa ha sufrido una rápida erosión. También sirven de hábitat para numerosas especies y proporcionan una protección natural contra catástrofes naturales del tipo de fuertes vientos, olas producidas por huracanes e incluso por maremotos. En zonas costeras de Vietnam, Tailandia, las Filipinas y la India se realizan plantaciones de mangles con estos fines. Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Manglar (agosto 2006). 12 De http://www.a-venezuela.com/estados/deltaamacuro/arbol.html: El Mangle rojo alcanza alturas de 15 mts. o más, de sus tallos se desprenden raíces aéreas (fúlcreas) las cuales no sólo sustentan la planta sino que sirven como redes de retención de sustancias orgánicas como hojas, troncos, animales muertos, etc., formando así una isla vegetal. Entre las características botánicas tenemos que las hojas son opuestas, elípticas, ligeramente coriáceas y carnosas, de color verde brillante es la cara superior y verde amarillento en la inferior, miden de 6 a 10 cms. de largo por 2 a 5 cms. de ancho. Las flores brotan de 2 a 4 juntas en un pedúnculo verdoso en forma de horqueta, presentan 4 29    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   humano y su comunidad no están solos, forman parte de un biotopo. El mangle es una isla vegetal, dada su estructura arborescente, entretejida y funcionalmente tolerante ante las inclemencias ambientales (p.ej.: salinidad, viento, fuerza del oleaje, variaciones del nivel de agua y mecanismos para la absorción de nutrientes). A su vez, ésta, protege la vida que entra a participar en su entorno sinérgico y así, enriquecer la variedad de nuevas especies y la productividad del bioma13 que conforma. Por su parte, la bioética, por su razón de ser y epistemología, es racional, dialogal, interdisciplinaria, holística y tolerante, se constituye en un medio (o hábitat) de protección y cuido del ser humano y la naturaleza ante los debates plurales (e ideologizantes) que en diversos temas se hacen en su seno o desde posturas contrapuestas. Así mismo, en un medio prolijo de percepción, razonamiento y comprensión del fenómeno vital. Para ello, desarrolla adaptaciones que le permiten las diversas vertientes del conocimiento humano con las que interactúa, estableciendo intersticios (ámbitos inter y transdisciplinarios del saber), los que permiten a su vez reflexionar sobre las condiciones límites de la vida en general (p.ej., mediante el argumento de la pendiente resbaladiza o del efecto dominó) (Watson, 2002)14. Lo anterior no es restrictivo, ya que se puede a veces caer en la navaja de Ockham o principio de economía o de parsimonia, en planteamientos plurales que no sean adecuadamente argumentados (Schmidt: 2007:37s). El ser humano, cual mangle, comienza a recrear espacios de oportunidad y reflexión en conjunción con diversas disciplinas, entre ellas, las vinculadas con lo social, con miras a crear un ambiente propicio en el que se defienda la vida, al ser humano y su naturaleza, la ciencia, la economía y la política. El ser humano, como ser ecosocial, posee una moral expresada en sus acciones tanto hacia sus semejantes, como al medio ambiente o sistema ecológico. Lamentablemente, este la ha subestimado, cuando en realidad, el ser humano independiente de un biotopo, no podría vivir. Los únicos seres racionales que habitan el planeta tierra, somos nosotros los seres humanos, y hemos sido capaces de transformar el entorno, de acuerdo a nuestras necesidades y creado una serie de aditamentos, para facilitar el trabajo, creyendo obviamente que de esta manera mejoramos las relaciones con el medio ambiente. Sin embargo, ninguna relación puede ser sostenible si no es recíproca. Las sociedades no han                                                                                                                                                                                       sépalos angostos de más o menos 1 cm de largo, 4 pétalos blancos angostos de unos 2 cms. de largo que con el tiempo se tornan pardos y lanosos por dentro, y 8 estambres. Las flores suelen estar presentes durante casi todo el año. Ecológicamente desempeña un papel primordial como planta pionera en la formación del manglar que daría origen a todo un ecosistema, ya que cantidad de aves viven y anidan en sus ramas y centenares de especies marinas encuentran refugio en la maraña de sus raíces sumergidas. 13 Desde mi opinión aunque no es una postura aceptada por algunos biólogos.  14 Este argumento es un subtipo de los argumentos de consecuencias, con miras a decidir sobre cuál es el “bien mayor” o el “mal menor”. 30    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   tenido consideración con la cantidad de toneladas de gases tóxicos que han sido y son arrojadas al medio (lo que causa el calentamiento global, el efecto invernadero y los agujeros de la capa de ozono). Así mismo, la gran multi-contaminación ambiental, la reducción de la diversidad biológica y su afectación en la seguridad alimentaria, los cambios de especies sin comprender la globalidad del sistema ecológico a ser afectado. Por lo expresado, considero que la mejor explicación sobre esta materia la obtendremos de la discusión de la Carta del Jefe Indio Seattle (1855)15: El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe de Washington podrá confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrán confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas. ¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podríais comprarlos a nosotros? Lo decimos oportunamente. Habéis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja. Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia. "Por eso, cuando el Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que nos reservará un lugar para que podamos vivir cómodamente entre nosotros. El será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Más, ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centelleante que corre por                                                              15 Versión disponible en Internet: http://www.guelaya.org/textos/jefe%20indio.htm (24/09/2010). El siguiente documento es uno de los más preciados por los ecologistas, se trata de la carta que envió en 1855 el jefe indio Seattle de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce en respuesta a la oferta de compra de las tierras de los Suwamish en el noroeste de los Estados Unidos, lo que ahora es el Estado de Washington. Los indios americanos estaban muy unidos a su tierra no conociendo la propiedad, es más consideraban la tierra dueña de los hombres. En numerosos ámbitos ecologistas se le considera como "la declaración más hermosa y profunda que jamás se haya hecho sobre el medio ambiente". 31    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daréis a cualquier hermano. Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermano sino su enemigo. Cuando la ha conquistado la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras sí sólo un desierto. No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizá sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el orzar de las alas de un insecto. Pero quizá sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oídos. ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cala del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos. El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizantes, se ha vuelto insensible al hedor. Mas, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. Y, si os vendemos nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podrá llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera. Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el 32    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. El hombre como ser-ecosocial – Ludwig Schmidt   hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir. ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas entre sí. Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos. Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia. Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa con el -de amigo a amigo no puede estar exento del destino común-. Quizá seamos hermanos, después de todo. Lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco descubrirá algún día: que nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensáis quizá que sois dueño de nuestras tierras; pero no podéis serlo. El es el Dios de la humanidad y Su compasión es igual para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para El y el causarle daño significa mostrar desprecio hacia su Creador. Los hombres blancos también pasarán, tal vez antes que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama, moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre de piel roja con algún propósito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes. ¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así termina la vida y comienza la supervivencia... En el meollo de la conciencia ética de la humanidad y en su diversidad cultural, se encuentra el respeto, la promoción y la defensa de la vida humana y en general, por la necesidad de comprender el cuidarse a sí-mismo y entre sí, a su biota y ecología como medio de supervivencia.   33    Revista de Bioética Latinoamericana 2011; vol. 8(1):18-35. / ISSN: 2244-7482. 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